Por Scarlett Lee

Ernesto Oliva, miembro de UNPACU en Santiago deCuba
Podría haberme sentado a conversar con alguno de “ellos” –los opositores o disidentes, como quieran llamarse, para mí, siempre contrarrevolucionarios-, podría haberlo escuchado siempre que expusiera criterios más que coherentes y lógicos, propios; no discursos aprehendidos e importados.
Podría haberle tolerado que no profese el mismo amor que yo por la Revolución Cubana, nuestros líderes y su proyecto socialista, que no agradezca el haber nacido en Cuba y no entienda lo especial de sentirse verdaderamente cubano.
Pero ya no me parece que pueda hacerlo, he llegado al límite y he perdido esa capacidad para convivir con “ellos”, no los que disienten o se oponen a algo o alguien; sino con los que alegan oponerse y disentir del gobierno, pero actúan al servicio de nuestro enemigo antagónico y -convenientemente- manipulan y tergiversan la realidad cubana por unos cuantos pesos y viajes al “otro lado”.
Y es que hace unos días al sentarme a actualizar mi perfil en Twitter y mi cuenta en Facebook he quedado sin palabras, con una rabia contenida que no he logrado canalizar y la única manera de que se vaya pasando es escribir estas cosas.
Resulta que desde que comenzó la agresión de Israel a la Franja de Gaza, las redes sociales han servido para expresar la indignación que sienten todos los humanos ante el crimen y la barbarie, para drenar la impotencia de no poder hacer más que sumar voces a un llamado internacional con el objetivo de poner fin al genocidio que protagoniza el Ejército sionista contra el pueblo palestino, donde los niños han sido las principales víctimas. Cientos de imágenes desastrosas invaden mi muro y mi time line, unido a un grito ya cotidiano al que me sumo, porque yo tampoco sé qué más hacer por este pueblo: #SOSPalestina!!!.
Y en me
dio de todo esto aparece un desubicado, un desorientado, un irreverente que publica un tweet que supera mi capacidad de tolerancia hacia lo diverso. Ya no se trataba de distorsionar la realidad cubana a conveniencia o de cualquier otro país amigo del nuestro, esta vez era un tweet tan fuera de lugar que lo leí varias veces intentando encontrar una justificación para aquella falacia, porque se puede estar en contra de todo, menos del derecho a la vida; se puede negar todo, menos lo que la historia de la humanidad ya ha reconocido. Sigue leyendo →
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