34 grados Celsius marcaba el reloj situado en la Avenida Garzón cuando llegué esta semana a Santiago de Cuba. Muchísimo calor pero soportable para quienes vivimos en el Oriente, el aire huele a cemento, a pinturas, la música se mezcla con el ruido acompasado de la pala sobre el asfalto y de martillos que no paran.
En Santiago se vive una Revolución. Se levantan cientos de viviendas, barrios completos renacen a la vista de todos, un parque de los Sueños se va haciendo realidad, joyas de la arquitectura resplandecen, se reconstruye aquí, se amplía allá, en sitios como el distrito Abel Santamaría viviendas y edificios multifamiliares se multiplican a una velocidad increíble.
La ciudad de Santiago de Cuba es otra ciudad, “no la vas a reconocer”, me había dicho, y con esa incertidumbre acepté la invitación que me hicieron, pero por suerte en medio de todas las transformaciones y de…
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Santiago Arde 