Por José Armando Fernández Salazar
Cuando los santiagueros dan una dirección casi nunca dicen a la izquierda o la derecha, sino arriba o abajo, lo que constituye una forma singular de ver su ciudad, que ha crecido entre el mar y las montañas, con calles onduladas y edificaciones que retan un terreno escarpado, a cada rato sacudido por las fuerzas telúricas.