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Por Joel Macías Rivas
En mi barrio hay unos cuantos barberos (cortadores de pelo), pero en el único lugar donde siempre se hace colas para pelarse es con Lídice “y no es porque solo trabajo viernes, sábado y domingo, es porque nunca he subido el precio por encima de cinco pesos”, y porque “es solidaria y portadora de un trato especial para con sus clientes”, dicen la mayoría.
Como los cortadores de pelo, muchos oficios “nunca debieron ser intervenidos por el estado”, dijo uno de los que esperaban su turno, y se hizo el debate. Los que hablaron se referían al remendón y limpiador de zapatos, a los vendedores de frutas, a los jardineros, a los plomeros, albañiles, carpinteros, a los relojeros, y a los timbiricheros, como popularmente se les llama. Sigue leyendo