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Por Joel Macías Rivas
La tarde avanzaba y con ella la multitud; en la acera de enfrente, a la izquierda casi llegando a la esquina, el humo salía como nube espesa; en las demás, por las rendijas, muy poco.
Más allá, a menos de una cuadra, el militar y la delegada seguían en su faena, él con la mochila de fumigación y ella con una libreta abierta en las manos para las anotaciones, y se veían agotados y no miraron hacia atrás: en aquella casa, no soportaban el humo o no querían soportarlo, lo habían “liberado” y con él a los posibles mosquitos, supongo yo.
Escenas como esa las he visto en más de una ocasión en los últimos días; personas inconscientes asumen posturas irresponsables como si el dengue, la chikungunya o el zika (que es la moda contemporánea) no tuvieran nada que ver con ellos.
¿Cuántos recursos económicos, materiales y humanos se van consumiendo cada día? Y el estado, que somos todos en “la otra dimensión”, no ha renunciado al esfuerzo supremo, si es que hiciera falta, ni al compromiso exacto (se hizo público) de “erradicar la principal causa de esas enfermedades: el mosquito Aedes”.
En esta batalla, al igual que el enemigo principal, quienes no asuman el combate del lado de “los buenos”, debieran ser castigados con el mayor rigor. Léase: por violar el tiempo de espera después de la fumigación, es decir, por dejar escapar el humo y con él a los insectos. Actitudes como esa, en tiempos anormales como los que estamos viviendo, pudiera considerársele como SER CÓMPLICE O AUTOR DEL DELITO DE PROPAGACIÓN DE EPIDEMIAS, y como tal, sancionarla.
Los actores de la escena inicial por lo menos fueron requeridos y me consta, y tuvieron que aceptar que habían violado, y ante la presencia de la delegada, que fue firme en sus argumentos, de inmediato se cerró la puerta y los humanos salieron y se impuso, por lo menos en ese momento, la lógica y el sentido común.
Hubo sus justificaciones, siempre serán injustificadas, pero en esta ocasión, las conductas inapropiadas no llegaron a ser cómplices de la muerte. Estemos alertas para que nunca lo sean, por el bien de todos.
Existen otras violaciones como los basurales o micro basurales, que están torpedeando la campaña en favor de la higiene y la salud de la gente. ¿La principal justificación?: que “el transporte para la recolección es insuficiente” según algunos funcionarios de comunales. ¿Mi apreciación?: la irresponsabilidad de algunos de ellos y de una parte de la población.
Santiago Arde 