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Por Joel Macías Rivas
Mi amigo Norman es trabajador por cuenta propia, él tiene una moto “que me da el diario para vivir pero te aseguro, y tú lo sabes, que tengo que trabajar durísimo”.
A Norman me lo encontré en la tarde del viernes en la “piquera” de Rajayoga, el barrio donde vivo en la zona este de la ciudad de Santiago de Cuba; eran las 6.15 PM. Mientras le caía algún pasajero me senté en uno de los muros de aquel parquecito, en la calle central del reparto, y conversamos de muchísimos temas, de su familia y de “los galleguitos” como suele calificar a la mía; hablamos del negocio que ya “hoy le saqué más de 500 pesos”, me aseguró.
No sé, sinceramente, si mi amigo paga el impuesto, esa “obligación” ciudadana que una buena parte de los motorizados en Santiago de Cuba violan, sin embargo, me asegura que “como revolucionario estoy dispuesto a cumplir cualquier tarea, siempre lo he hecho, pero hay muchos problemas que resolver porque la gente solo quiere vivir del invento y no trabajar…”, apreciación que, definitivamente, no es absoluta.Le pregunté sobre la serie de pelota que se juega en su etapa final entre los equipos de Ciego de Ávila y Pinar del Río y me dijo no interesarle porque “mi equipo es Santiago y como está tan malo y no clasifica hace tiempo, ya no sigo el campeonato”.
Mientras conversábamos pasó la guagua de la ruta 10, la de aquí, la del barrio, y mi amigo, un poco en broma y un poco en serio me cuestionó: “oye me fastidiaste la carrera, se me fueron los pasajeros…”; le dije un disparate y entonces, ante la inminencia de que pudiera “abandonarme” y de que la hora de la Mesa Redonda de la TV cubana se acercaba, y yo siempre trato de verla, le fui con la pregunta obligada:
¿Estás siguiendo los asuntos del congreso del partido?, sí, me contestó muy seguro, mañana empieza en La Habana; «yo creo que vamos a seguir mejorando, aunque no me gusta mucho algunas cosas de las que dijo Obama -el presidente de los EE.UU- cuando vino a Cuba, y sin preguntarle se respondió: yo pienso que Raúl (Raúl Castro Ruz) tiene que seguir como jefe del partido».
En Santiago de Cuba circulan todos los días, como promedio, según cálculo no confirmado por mí, unas 11 mil motos entre estatales, arrendadas y privadas, estas últimas son el mayor por ciento de ellas.
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