El primer presidente negro de la historia de EE.UU. ha sido valiente y consecuente con su sistema político y de valores. Ha reconocido el fracaso de una política de aislamiento, subversión, presiones, terrorismo, cerco económico y amenaza militar contra Cuba y se ha dispuesto a alcanzar el mismo objetivo por otras vías. Y eso, hay que reconocerlo, no es poco. Por eso insisto: a Obama lo que es de Obama, que por orgánico se lo ha ganado. Pero también hay que subrayar que la idea no es suya, pues desde décadas atrás, diversos sectores políticos y económicos de ese país empujan por una táctica distinta que facilite la destrucción de la Revolución Cubana con economía de recursos, menos desprestigio y cero aislamientos. Ese momento ha llegado.
Los estrategas estadounidenses y sus financistas tienen la vista puesta en el futuro inmediato, cuando la generación histórica que dirigió la Revolución y ha pautado la primera fase del proceso de normalización con EE.UU., no esté al frente del Gobierno; momento en el que también habrá avanzado mucho más la actualización del modelo económico cubano. Frente a esta realidad cercana, sectores importantes de EE.UU. han llegado a la conclusión de que los planes para generar o estimular contradicciones al interior de la sociedad cubana no pueden materializarse desde la hostilidad, sino mediante el acercamiento. Son estos pentagramas los que contienen las notas de la sinfonía interpretada desde O, que para algunos oídos llega como cantos de sirena. El discurso de la Embajadora de EE.UU. en la ONU., y la abstención de su Gobierno en la votación de la resolución cubana contra el bloqueo forma parte del esfuerzo de Obama, y el sector que representa, de hacer irreversible su política hacia Cuba.
Paralelamente cumple dos de los objetivos estratégicos de su Administración: mejorar la imagen de EE.UU. ante la comunidad internacional después de los desastres de Bush Jr.; y recomponer la hegemonía en América Latina y el Caribe. De acuerdo a la lógica que prevalece en la Casa Blanca, el cambio de métodos hacia Cuba facilita el cumplimiento de esas metas. No obstante, se debe destacar que es innegable que la resistencia del pueblo cubano es el principal factor que determinó el fracaso de todos los planes de EE.UU. contra la Revolución. La existencia y el desarrollo del socialismo en Cuba es la principal evidencia. De esta forma se debe interpretar también la votación en la ONU. Sin la firmeza de los cubanos frente al bloqueo y la tenaz denuncia de sus efectos en Cuba y también en terceros países, no se hubiera alcanzado el aislamiento de las posturas estadounidenses en la ONU ni las victorias diplomáticas cubanas en ese escenario durante más de dos décadas.
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