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banderaPor Lisbet Penín Matos/Las Razones de Cuba

¿Qué ocurre si en una preparación unimos los mismos ingredientes en proporciones idénticas? El resultado es el mismo, ¿no es así?. Bueno, pues este es el panorama desprendido de las nuevas disposiciones de la Casa Blanca contra Cuba. La diferencia radica en que Estados Unidos anuncia “cambio de política”, pero conocemos que el común denominador, los componentes de esa disposición, son exactamente iguales.

Este pasado mes de octubre ha sido testigo de numerosos acontecimientos importantes entre ambos países, los cuales mantuvieron distanciamiento diplomático por más de medio siglo. El paquete de medidas para intentar flexibilizar el bloqueo, la abstención de Estados Unidos en la votación de la ONU y la Directiva Presidencial son solo algunos de los sucesos más relevantes.  Precisamente, sobre el documento, emitido el 14 de octubre del presente año, con el propósito de consolidar los cambios adoptados con Cuba y hacer irreversible la política hacia la Isla, Razones de Cuba, conversó con el Doctor en Ciencias Históricas Elier Ramírez.

En un primer momento la conversación estuvo direccionada hacia los antecedentes históricos de esta Directiva aprobada por Obama. Ramírez explicó que Carter había sido el único presidente de Estados Unidos que con anterioridad  tuvo la intención de iniciar un proceso que podía regularizar las relaciones con Cuba. Y así lo refleja Carter en el documento: “he llegado a la conclusión de que deberíamos intentar lograr la normalización de nuestras relaciones con Cuba”[1].

Pero, ¿cuál era la principal limitación de la Directiva de Carter?

“La principal limitación que tenía la directiva de Carter, de marzo de 1977, es que hacía evidente un enfoque equivocado, que después se materializó en la mesa de negociaciones con Cuba. En las conversaciones secretas sostenidas, el documento mezclaba los asuntos bilaterales con los multilaterales y condicionaba el avance del proceso de normalización con la Isla a aspectos que tenían que ver con su soberanía en política exterior”.

Hoy, luego de 39 años de aquella primera directiva, muchas personas consideran que la emitida por Obama significa la irreversibilidad del proceso de acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, ¿qué opinión tiene al respecto?

“No creo que sea de por sí una garantía de irreversibilidad del proceso, pues aunque no puede ser ignorada, la próxima administración en la Casa Blanca pudiera elaborar su propia directiva de política hacia Cuba y negar muchos de los contenidos e intenciones de la anterior. No estoy diciendo que eso será lo que sucederá, pero es perfectamente posible a partir de las prerrogativas que tiene un presidente de los Estados Unidos. Pienso que lo importante será si se mantienen, o no, las variables que incidieron en el nuevo enfoque de política anunciado el 17 de diciembre de 2014”.

De todos los elementos injerencistas de la directiva, ¿cuáles considera más dañinos en medio de este proceso de acercamiento bilateral?

“La nueva directiva presidencial de Obama sobre la política hacia Cuba anunciada el 14 de octubre señala desde sus comienzos que se reconoce la soberanía y la autodeterminación de Cuba. Pero inmediatamente se contradice y niega esa posibilidad cuando expresa: El Gobierno de Estados Unidos no tiene intención de modificar el tratado de arrendamiento vigente y otras deposiciones relacionadas con la Base Naval de Guantánamo, que permite a Estados Unidos mejorar y preservar la seguridad regional. No es posible que se reconozca y respete la soberanía de Cuba, cuando parte de nuestra soberanía territorial se encuentra comprometida por la presencia ilegal y forzosa de Estados Unidos en la bahía de Guantánamo.

“Por otro lado, para una normalización efectiva de los vínculos bilaterales, la política de los Estados Unidos hacia Cuba no solo tendría que cambiar en los instrumentos, sino en los fines. ¿Cómo podría garantizarse esa normalización cuando aún Estados Unidos persiste en sus objetivos estratégicos de cambio de régimen en Cuba, los cuales se manifiestan a través del financiamiento millonario a grupos que atentan contra el orden interno y constitucional de la Isla, así como a Radio y Tv Martí? No podemos hablar de normalización de las relaciones cuando gran parte de estas vetustas políticas de  hostilidad contra Cuba, Estados Unidos no solo las mantienen en pie, sino que cómo plantea la nueva directiva presidencial de Obama,  están comprendidas en la visión que tiene Washington sobre la normalización.

“La directiva es muy explícita en ese sentido cuando señala que los Estados Unidos continuarán su compromiso de apoyo a los activistas democráticos, como lo hacemos en todo el mundo, también fomentaremos relaciones con líderes comunitarios, blogueros, activistas y otros líderes en temas sociales que puedan contribuir al diálogo interno en Cuba sobre la participación cívica (…) Seguiremos apoyando programas que sean transparentes y consistentes con los programas desarrollados en sociedades similares en el mundo. 

“La injerencia en los asuntos internos de otra nación, por ser transparente, no deja de ser injerencia”.

[1]Los fragmentos que aparecen en cursivas son citas textuales de los documentos.