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Por Enrique Ubieta Gómez / Diario Granma
Entre todas las consignas necesarias, apareció la imprescindible: «yo soy Fidel», gritamos a pulmón abierto, con el puño en alto
No es posible ni sensato «hablar» en base a consignas, cuando se precisan explicaciones o argumentos. Pero hay momentos en los que las consignas, las buenas, son descargas de artillería, insustituibles definiciones colectivas.
De las multitudes que encauzan sentimientos o razones surgen las más variadas, pero hay algunas que por su exacta brevedad y contundencia prevalecen. Eso sentimos los cientos de miles de cubanos que asistimos a la Plaza de la Revolución José Martí para honrar a Fidel, para honrarnos por el privilegio histórico de haberlo tenido como líder de la primera Revolución socialista del hemisferio occidental.
Entre todas las consignas necesarias, apareció la imprescindible: «yo soy Fidel», gritamos a pulmón abierto, con el puño en alto. Sigue leyendo