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giordanPor Giordan Rodríguez Milanés

Mi anfitrión y yo bebemos unas cervezas en un centro gastronómico manzanillero.

Un señor, con evidentes problemas psiquiátricos, se acerca a nuestra mesa con la mano derecha extendida. Mi anfitrión le dice con desdén: ¨Oye, aquí no vengas, que te pagué para que pusieras unos carteles y no hiciste nada¨. El señor hace una mueca de lástima, y sigue con la mano extendida. Mi anfitrión saca de su bolsillo un fajo de billetes duros y blandos mezclados, extrae uno blando de diez, y se lo da: ¨Vaya, y la próxima vez, ve a ver si cumples porque si no, nananina¨.

El señor agradece.

No entiendo y pregunto. Mi anfitrión me explica que…

Quien me habla –y me paga las cervezas, claro-, es un compañero de secundaria básica, coordinador de la UNPCU en Manzanillo. Unos minutos antes había llegado a la UNEAC –cuando aún no me habían ¨racionalizado¨ la plaza-, y me había retado: ¨A que no te atreves a salir a la calle y tomarte unas cervezas conmigo¨, y yo, con esa intuición propia de quién olfatea una crónica, acepté.

El tema obligado es José Daniel Ferrer, líder de la UNPACU, quien unos días antes me había contactado en Facebook conminándome a unirme a él, en su lucha ¨por la libertad de Cuba¨.

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José Daniel Ferrer en la sede de la terrorista organización FNCA

Reconozco que soy reacio a alinearme en organizaciones políticas o partidos.

Alguna vez fui militante de la UJC –como unos cuantos cubanos, aunque muchos juren ante el funcionario de la embajada americana que no lo fueron para no tener problemas para emigrar, lo cual comprendo; y luego de ellos algunos aparecen más anticomunistas que extremistas cuando tenían algún carguito aquí, que eso no lo comprendo-, y aquella experiencia me convenció de que cualquier plataforma política que implique el reconocimiento a ultranza del liderazgo de otro, no tiene nada que ver con mi espíritu libertario, por noble o justa que esa plataforma parezca o en realidad sea.

De modo que, bastaría ese principio, para no pertenecer ni a la UNPACU ni a ninguna otra organización opositora. Pero andando el tiempo, con mis lecturas y visualizaciones de los videos de José Daniel Ferrer en YouTube, aparecieron otros argumentos. El primero, el más contundente, su postura política heurística, simplona, tendiente a simplificar los complejos problemas de Cuba a una exclusiva tesis: ¨El Régimen asesino de Castro es igual al de Stalin, Hitler y Norcorea¨. Y, la verdad, no comulgo con los heurísticos sean estos de izquierda o de derecha, pro-capitalistas o pro-socialistas o pro-el mismísimo Santo Grial.

Porque acomodar cualquier deficiencia, atropello, injusticia o extremismo que pueda ocurrir en nuestro país –como bien sé yo, ocurren, y tantas veces he publicado-, acomodar eso al equiparamiento falaz de la Revolución Cubana con los 30 mil millitares propios que mandó a fusilar Stalin a través de Yehzov, primero, y luego Beria; o a los millones de judíos que cremaron vivos las SS por órdenes de Hitler; o las reverencias que –me cuentan, porque no lo he vivido- hay que hacerle en cada casa norcoreana a la foto de su líder histórico.. equiparar todo eso a las imperfecciones del gobierno y el PCC en Cuba es una simpleza y una aberración heurística, que pone a mi juicio a José Daniel Ferrer en una categoría más baja aún que la de los heurísticos girovagantes que tantas veces he criticado –y seguiré haciendo-, por el daño que le hacen a Cuba con la pretensión de defenderla.

El segundo argumento tiene que ver con la manipulación sistemáticas que sus seguidores hacen de la obra y vida de José Martí. Justifican el dinero que reciben del gobierno norteamericano a través de la Fundación Cubano-Americana y la USAID, con las colectas que Martí hizo entre los tabaqueros de Tampa en aras de la lucha por la independencia de Cuba. Otra vez son heurísticos y, además, irrespetuoso. No tengo que explicar que la lucha de José Martí no era contra un gobierno legítimo, sino contra un gobierno colonial impuesto a través de la espada, la conquista. El actual gobierno de Cuba–con el que, en lo personal, ejerzo mi derecho a estar de acuerdo o no con todas sus decisiones, o a participar o no en sus proyectos-, es aceptado por las Naciones Unidas y ratificado por la mayoría de un pueblo a través de un sistema electoral que, sí, es perfectible y se puede y debe perfeccionar cuanto antes, -que no creo yo sea mejor ni peor que otros- pero es el que hemos tenido hasta ahora con el concurso de la mayoría, y quien pretenda erigirse político en Cuba soslayando tal realidad, sencillamente, quedará como eso: un payaso.

Y el tercer argumento me lo da aquella tarde mi amigo de la secundaria básica, entre sorbos de cerveza Mayabe, y bromas, y teorizaciones acerca del humanismo, la Revolución de Octubre, la socialdemocracia sueca, el Plan Kennedy, el Bosch y el pescado frito…

… El señor con problemas psiquiátricos se aleja con el billete de diez pesos blandos entre los dedos. No entiendo y pregunto. Mi anfitrión me explica que ¨los usamos a ellos para poner carteles contra el gobierno porque, como tienen problemas mentales, no los pueden procesar por propaganda enemiga, y ni siquiera pueden decir a ciencia cierta quién los mandó¨.

Para mí, suficiente, José Daniel Ferrer: no votaría por ti ni en las elecciones del infierno.