Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la concentración campesina del 26 de julio de 1959 en La Habana.
Distinguidos líderes revolucionarios de la América Latina que hacen el honor de visitarnos;
Campesinos heroicos de Cuba;
Compatriotas todos:
Es difícil que en un día como hoy, tan lleno de recuerdos para todos nosotros, no nos sintamos embargados por la más profunda de las emociones. Es difícil que en una tarde como hoy, en un día de victoria para la patria, de honores para nuestra nación y en que además se han expresado tan extraordinarias muestras de solidaridad con el que les habla, no me sienta como se sentía nuestro compañero de lucha en la Sierra Maestra, el primer campesino que se sumó a las filas del Ejército Rebelde y hoy comandante, Crescencio Pérez (APLAUSOS), porque al fin y al cabo estamos hechos de la misma fibra, y es imposible que por grandes que hayan sido las muestras de afecto anteriormente recibidas puedan pasar sobre nuestro ánimo sin hacer y marcar una huella profunda.
Al hablarles en estos instantes, la primera pregunta, la primera idea que me venía a la mente era preguntarme por qué tiene que pesar sobre un ciudadano igual que ustedes un peso tan grande de gratitud con su pueblo por las muestras excesivamente generosas que le han dado de cariño y adhesión (APLAUSOS); por qué, si en definitiva no hemos hecho más que tratar de cumplir con el deber, si en definitiva esta no es obra de un hombre sino la obra de un pueblo, no es el mérito de un hombre sino el mérito de un pueblo, no es la gloria de un hombre sino la gloria de un pueblo y, sobre todo, la gloria de los hombres que han caído por hacer posible estos instantes de felicidad que Cuba vive (APLAUSOS). Sigue leyendo →