Por Ernesto Izquierdo Sánchez

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Era el 14 de Octubre de 1991, la figura ecuestre más alta del país, del Mayor General Antonio Maceo Grajales, se imponía en el centro de lo que ha sido la histórica Plaza de la Revolución en Santiago de Cuba, allí acudió el Comandante en Jefe Fidel Castro, para clausurar ese día lo que él mismo catalogó, en su discurso de inauguración, como un “Congreso en armas”.

Fueron nueve largos años de trabajo duro, a veces, en medio de limitaciones que atentaron contra el avance de la obra, por las propias consecuencias que afrontaba el país con el derrumbe de la URSS y el bloqueo genocida que desde décadas anteriores ya habían impuesto los imperialistas. Pero nunca faltó, por la importancia de aquella tarea,  el chequeo constante del Líder de la Revolución, y junto a él, Raúl y Almeida, que impulsaban a dar un acabado perfecto.

Sería la terminación de aquel monumento, inspirado en la Protesta de Baraguá, la que marcó la clausura del 4to Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC). Encuentro que tuvo lugar en el Teatro Heredia de la heroica ciudad, entre el 10 y el 14 de Octubre, de aquel año fundamental en la consolidación y el desarrollo futuro de la Revolución. Nunca antes, se realizó una cita de tan magna naturaleza fuera de la capital.

Compuesta por la estatua ecuestre de Antonio Maceo y Grajales con 16 metros de altura, del escultor Alberto Lescay, junto a 23 machetes del también conocido artista de la plástica Guarionex Ferrer, aquella obra majestuosa es la más trascendental del pasado siglo en Santiago de Cuba, ejecutada por creadores locales. En ella se combinan dos lenguajes artísticos: la abstracción y el realismo.

Escenario de trascendentales hechos que marcan la vida y el futuro de la nación, hoy a 28 años de aquel histórico hecho, allí está imponente la Plaza Antonio Maceo, con un área que abarca más de 53 mil metros cuadrados, que acoge la Llama Eterna, las distinciones que ostenta la ciudad, un salón de protocolo, con exposición holográfica y una tribuna a los pies de aquel Titán de Bronce, que tenía “tanta fuerza en el brazo como en la mente”.

Tomado de Portal del ciudadano de Santiago de Cuba