Otra evidencia de hasta qué límites ha llegado la decadencia de la propaganda anticubana será sin dudas la anunciada comparecencia de Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), y de John Barsa, actual administrador de la USAID, en el vodevil politiquero que dirige, desde Miami, el “influencers” Alexander Otaola.
Según anunció hace unos días el propio conductor del programa Hola! Ota-Ola, esas dos altas figuras del gobierno norteamericano —no olvidar que Almagro no es más que un vulgar peón de Pompeo— tendrán el honor, el próximo 7 de mayo, de rebajar hasta el extremo de la sordidez política, el poco prestigio con que todavía cuentan las organizaciones que ambos representan.
De acuerdo con los anfitriones, la presencia de estos personajes en “este importante evento será para darle continuidad a todos los esfuerzos que se vienen haciendo desde el exilio para impulsar la libertad de Cuba” y “tiene como propósito desmontar de una vez por todas la falsa teoría sobre el embargo a Cuba”.
La transmisión especial titulada “Cuba and COVID-19”, y que se podrá disfrutar en vivo a través del canal de Cubanos por el Mundo, quiere además “llevar al pueblo de Cuba una explicación clara y precisa de que toda la miseria y todas las limitaciones a las que son sometidos por sus gobernantes, no tienen nada que ver con el bloqueo, ni tienen que ver con el embargo”.
O lo que es lo mismo, tratar de inflar, con burdas mentiras y manipulaciones, el mensaje principal de la propaganda anticubana que hoy dirige, con la anuencia de la Casa Blanca, el senador de la Florida, Marco Rubio. Mensaje, por cierto, que pierde todo su sentido ante una simple interrogante: Si “la miseria y todas las limitaciones a las que son sometidos por sus gobernantes, no tienen nada que ver con el bloqueo, ni tienen que ver con el embargo” ¿Por qué el Congreso de Estados Unidos no acaba de quitar el bloqueo?
El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, es abiertamente el financista principal de la campañita en Estados Unidos a favor de la liberación del contrarrevolucionario José Daniel Ferrer García, actualmente en prisión no por su “posición política”, sino por la comisión del delito de lesiones graves contra el ciudadano Sergio García González.
“Almugre”, como bien le conocemos por acá, se ha tomado muy en serio su papel como mecenas de la contrarrevolución cubana y a favor de Ferrer García, incluso fue quien proporcionó los ómnibus para la trasportación de las personas que participarán en la provocación anticubana que -según los “medios” basura de Miami- han convocado los familiares del contrarrevolucionario José Daniel Ferrer frente a la sede de la Embajada de Cuba en Washington, para el próximo viernes 8 de noviembre.
Quizás “Almugre” esté preocupado porque la “protesta” en Washington resulte un fiasco como la manifestación que realizaron en Austin, Texas y en la que participaron 3 ó 4 gatos. Sigue leyendo →
El pasado fin de semana la llamada Torre de la libertad, de Miami, acogió a un grupo de farsantes y mercenarios cubanoamericanos y a un personaje muy especial, por lo cínico y genuflexo al imperio que le paga y le manda: el señor Luis Almagro
El pasado fin de semana la llamada Torre de la libertad, de Miami, acogió a un grupo de farsantes y mercenarios cubanoamericanos y a un personaje muy especial, por lo cínico y genuflexo al imperio que le paga y le manda: el señor Luis Almagro.
El tema era Cuba y todo estaba organizado de manera que el convite coincidiera con las últimas medidas de la administración Trump contra la Isla de la libertad. Los allí reunidos aplaudían la suspensión de todos los viajes desde Estados Unidos a nueve aeropuertos cubanos, lo que, sin lugar a dudas, afectará principalmente a las decenas de miles de cubanos radicados en esa nación y a sus familias, que ahora se les limita y dificulta viajar a las provincias cubanas donde viven, antes conectadas por compañías aéreas estadounidenses.
El chanchullo era tal que, ese viernes el señor Luis Almagro olvidó que su deber quizá lo llamara a estar en Chile, donde más de un millón de personas se lanzaron a las calles a exigir el fin de las medidas neoliberales y, de paso, del gobierno de Sebastián Piñera.
En el país austral hubo muertos, heridos, detenidos, debido a la represión gubernamental. La oea y su secretario general, de servir para algo la organización y su guía, debieron al menos hacer una declaración de condena por esas acciones. Pero estaba ocupado en el «caso Cuba», y no se quiere quedar fuera en cualquier conspiración al respecto.
Así, Almagro prefirió, o sus amos de Washington le ordenaron, viajar a Miami –la cuna de la contrarrevolución cubana y latinoamericana–, para desde allí, ante un público muy selecto de farsantes o mercenarios, lanzar diatribas contra Cuba.
Mientras los jóvenes chilenos eran golpeados y pateados por los uniformados carabineros, cuando ya los primeros 18 muertos contabilizados estaban sepultados, y cientos de heridos aún convalecen y más de 3 000 personas están encarceladas, el paliducho personaje de la oea disfrutaba de un convite festivo y aplaudía la decisión de Trump de nuevas sanciones contra Cuba.
Nada de lo que ocurría en Chile le interesaba, aunque sí, estaba al tanto de las mentiras fabricadas por sus «observadores» enviados a las elecciones en Bolivia, sobre todo para cuestionar la irrefutable victoria de Evo Morales.
Pero esta vez Cuba era el foco de atención, y tenía que hacer el buen papel de servil empleado de Washington, junto a un grupo de personas que nada significan ni entre ellos mismos, pero que mucho dinero sacan del negocio de la contrarrevolución.
Fue un show mediático llamado a establecer «una hoja de ruta para una transición en Cuba» (no nos perdamos el nombrecito, que es el mismo adoptado por Estados Unidos en todos los lugares en los que ha intervenido militarmente, invadido, ocupado y desestabilizado), donde farsantes y bufones hacían gala de su apego al desprecio para con la Cuba que resiste y triunfa.
Algunos ejemplos de quiénes son las voces en estos actos: el congresista de origen cubano Mario Díaz-Balart, quien alabó que la administración de Trump esté «tomando medidas firmes y sin precedentes contra las dictaduras de Castro y Maduro».
Una mercenaria de poca ética que, con cualquier pretexto, incluso familiar, se pasa la vida viajando entre Miami, Europa y Sudamérica, aplaudió el «propósito para lograr un cambio en Cuba».
Cuando al parecer ya era suficiente para los oídos de la representante de Trump, la señora Carrie Filipetti, subsecretaria de Estado adjunta para Cuba y Venezuela, tomó el micrófono y repitió el famoso compromiso de que «dondequiera que ustedes estén, allí estamos nosotros».
Finalmente enfatizó que «la política de Estados Unidos es muy clara: simplemente queremos un retorno a la democracia en Cuba».
Para no quedar sin decir cualquier cosa, dos mercenarios del exilio manifestaron su «total respaldo» a toda acción de Estados Unidos para asfixiar al pueblo cubano.
Concluido el espectáculo circense, me imagino que, unos y otros, incluyendo a Almagro, abrieron sus manos en espera de la limosna que les entregaría la Usaid o el Departamento de Estado, por apoyar a un gobierno y a un presidente, empeñados en hacer rendir por hambre al pueblo cubano.
Ya desnudos, mercenarios y farsantes deben saber –y saber bien– que con Cuba y su pueblo no podrán nunca, y ni siquiera lograrán que les concedamos «ni un tantico así…».
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