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«Durako es que andas con pinta y con tremendo flow”, resume Mărquîtø, uno de los entrevistados. Foto: 5 de Septiembre.
Llegó un día cualquiera a la lista de personas que suelen acumularse en los portales de Facebook, llevaba un seudónimo rarísimo. En el buzón de los que quizás conozcas permaneció casi seis meses hasta que cambió la foto de perfil. Los click empezaron a caer sobre sus fotos en busca de alguna información que justificara la nueva imagen. Hasta que una definición saltó a la luz: Duräkos en Cienfuegos.
Una máscara negra hasta los ojos hizo voltear la mirada, era la expresión viva de aquella escultura que el duque Francesco Orsini había hecho plantar en el parque de los monstruos de Bomarzo.
La curiosidad picó y con ella la aceptación de la amistad. A partir de entonces, la historia comenzó a rodar como si fuera una película en tiempo real o virtual, algo que en momentos parece indefinido. Sigue leyendo