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Por Raúl Roa
Después un viento…un viento…un viento…
Y en ese viento mi alarido.
Porfirio Barba Jacob
Sopla hoy en el mundo un viento sur. Es un viento estéril, hirsuto, caliginoso, exasperante y sucio. Enajena el mar, monda el bosque, libera el lodo, empuerca el alma, angosta la risa, embota la mente, enerva el sensorio, degüella el canto, pega en la cara y embarra la boca de tierra parda, espesa y viscosa. No trae, en su vuelo atorbellinado y rastrero, ni raíces, ni semillas, ni flores. Solo trae hojas secas, detritus hediondo, papeles pringosos, pasiones abyectas, sudores acres, churres alucinantes y nauseas incoercibles. Su entraña hueca esta siempre hinchada de escorias y sonora de aullidos. Es un viento que sopla a traición y todo lo revuelve, confunde y degrada en vertiginosos remolinos de torno demente. No es otro que ese ¨viento virao¨ a que aluden sibilinamente nuestros guajiros. Un viento que hiende, calcina, desquicia, arrasa y prosigue, sombríamente implacable, sembrando la ruina, la desolación, la locura y la nada. Sigue leyendo