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Por Tatiana Coll/La Jornada
En días pasados los medios, sobre todo la televisión y la radio comerciales, desplegaron una intensa campaña de mentiras y denostaciones sobre la revolución cubana y Fidel Castro, que reflejaron puntualmente el pensamiento del sector más conservador de los grupos de Miami y Estados Unidos. Su matraqueo descalificador se hacía más desesperado en la medida en que sus corresponsales mostraban un pueblo entero abierto a opiniones diferentes que emitieron, unido, movilizado, consciente y estrechamente vinculado al legado de Fidel.
Frecuentemente los medios, los analistas especializados, los think tanks, junto con la reciclada ex izquierda convocada a esos debates, se equivocan en sus afirmaciones. Sus inflexibles prejuicios los cercan inevitablemente y no alcanzan a ver la realidad. Sigue leyendo