Cuando las relaciones entre Washington y La Habana habían caído en un aburrimiento soporífero, aparece la historia de unos diplomáticos estadounidenses que el año pasado sufrieron inexplicables daños auditivos en Cuba.
La teoría manejada hasta ahora, digna de las mejores novelas de espionaje, es que algún equipo de inteligencia cubano causó problemas físicos a los funcionarios norteamericanos y sus familiares, quienes tuvieron que abandonar el país. En respuesta, Washington ordenó la salida de dos miembros del personal diplomático de la Isla en Washington antes del 23 de mayo último.
Carece de sentido, en mi opinión, que Cuba se involucre en un acto de ese tipo en las condiciones actuales. Ni en la peor época de Bush se reportaron casos de agresión directa de tal magnitud. La idea de que el incidente pudo haber ocurrido fuera de la cadena de mando cubana, manejada por algunos, también me parece descabellada. El tema de las relaciones con Washington es de seguridad nacional. Sigue leyendo