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Por Joel Macías Rivas
La tarde avanzaba y con ella la multitud; en la acera de enfrente, a la izquierda casi llegando a la esquina, el humo salía como nube espesa; en las demás, por las rendijas, muy poco.
Más allá, a menos de una cuadra, el militar y la delegada seguían en su faena, él con la mochila de fumigación y ella con una libreta abierta en las manos para las anotaciones, y se veían agotados y no miraron hacia atrás: en aquella casa, no soportaban el humo o no querían soportarlo, lo habían “liberado” y con él a los posibles mosquitos, supongo yo.
Escenas como esa las he visto en más de una ocasión en los últimos días; personas inconscientes asumen posturas irresponsables como si el dengue, la chikungunya o el zika (que es la moda contemporánea) no tuvieran nada que ver con ellos. Sigue leyendo