Por Rey Montalvo Vasallo/Blog La Opinión*
Esta mañana con solo cuatro horas de sueño encima, salí guitarra en ristre a cumplir un encargo. Fui llamado a participar en la graduación de un curso del adulto mayor. Reunidos en una pequeña sala del Hogar de Ancianos “Mario Muñoz”, no más de veinte jóvenes entre 70 y 90 años esperaban recibir un diploma firmado por altos docentes de la Universidad de Matanzas.
“Soy el trovador”; y una señora alta de risa extendida me acomodó en una banqueta algo lejos del auditorio. “Primero tenemos que hacer el resumen”, dijo y me contrarió la idea de esperar.
Desde donde estaba podía escuchar el preámbulo de los maestros. “¿Para qué me habrán mandado a buscar tan temprano?”, pensé. Sigue leyendo