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Dr.C Bladimir Moreno Toiran, sismólogo del Cenais

Dr.C Bladimir Moreno Toiran, sismólogo del Cenais

Por Yanet Alina Camejo Fernández / Sierra Maestra

“Fue como nunca. La tierra se estremeció. Desde el principio se supo que había sido grande”. Así son los comentarios que se escuchan de boca en boca en todas las calles de la provincia, pues aquí solo se habla del terremoto, y mira que pensábamos que estábamos acostumbrados…

Sin embargo, en el Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais), ubicado en esta ciudad, los científicos no dejaban de monitorear la actividad sísmica que se había desatado. Sus instrumentos registraban un terremoto de 7.1.

En busca de mayor información Sierra Maestra acudió a este centro santiaguero. Allí el Dr.C Bladimir Moreno Toiran, presidente del Consejo Científico del Cenais, nos dio su valoración del evento del 28 de enero que sacudió los sismómetros.

“El terremoto que registramos a las 2:10 p.m. hora local de Cuba fue localizado a 125 km, al suroeste de Cabo Cruz, que pertenece al municipio Niquero, provincia de Granma, este terremoto también se localizó a 126 km de Jamaica, es decir el epicentro distante de ambos territorios.

“Fue perceptible y se sintió fuerte en Jamaica, en todo el territorio cubano, al sur de la Florida, y en casi todo el Caribe occidental.

“Este sismo responde a una serie de eventos que han sido catalizados por el terremoto de Haití el 12 de enero de 2010 y con este empezó un nuevo episodio de terremotos fuertes que pueden tener un periodo de 15 a 20 años en esta zona.

“A partir de 2010 hemos visto terremotos fuertes en el Caribe, por ejemplo el 10 de enero de 2018, que fue de 7.6 un poco alejado de Cuba al sur de la Isla de la Juventud, en una falla nombrada Falla Motagua que es parte de la frontera de la placa de Norteamérica y el Caribe y que se prolonga hasta Guatemala.

“Tenemos también el terremoto de 6.4 de Puerto Rico hace unos días, el de 7.1 al norte de Venezuela que pertenece a la Placa del Caribe en el 2018, o sea, desde 2010 hasta la fecha han ocurrido al menos cuatro terremotos mayores de 6.4 que han afectado a todo el Caribe.

 

“Esta es una zona de actividad sísmica moderada no es de las más activas del mundo (la más activa es la del Cinturón de fuego del Pacífico) pero el Caribe tiene al menos uno o dos eventos de gran magnitud entre 80 y 100 años y ocurren en forma de episodios.

“Cuando ocurre un terremoto fuerte en las Antillas es una ventana de tiempo de 15 años máximos después de uno fuerte, ya sea en Haití, República Dominicana, Jamaica… y siempre que ocurre uno allí se ha comprobado por estadística en cuatro siglos, que puede esperarse un terremoto en la falla Oriente cercano a Cuba. Eso se ha visto.

“Por eso es que es importante seguir el monitoreo sísmico en todo el Caribe y seguir la actividad en los países vecinos, hemos dicho que cada terremoto actúa como un efecto catalizador de otros.

“El periodo de tiempo de que una zona afecte una falla cercana puede ser de años, meses o días, y ya han pasado 10 años del terremoto de Haití y siguen pasando terremotos significativos, es decir pasa un tiempo sin terremotos fuertes, mayores que seis y después vienen una serie de terremotos fuertes en el Caribe, y eso lo estamos viviendo en este momento.

“Este terremoto del 28 de enero ocurrió en una zona llamada Cabo Cruz, activó otras zonas inmediatamente en la Isla Caimán, más alejado del territorio nacional, se han producido hasta el 29 de enero a las 6 de la mañana, más de 270 eventos después del de 7.1, pero la mayoría son menores de 2.5 solamente hay 65 eventos mayores que esta cifra en toda el área al sur de la falla pero pertenecientes a dos zonas de fallas diferentes zona de Isla Caimán, y zona de Cabo Cruz.

“La de Isla Caimán está más activa, ahora tiene muchos más terremotos, siendo otra actividad sísmica cercana a la de Cabo Cruz pero que pertenece a otra zona activada.

“Y esto hay que tenerlo en cuenta, de cómo un terremoto activa otras áreas vecinas y de que se podrían seguir activando áreas vecinas un poco más cercanas a Cuba como la zona de Bartle-Caimán y Santiago-Baconao (al sur de toda la parte suroriental de Santiago de Cuba) que hasta la fecha tienen una actividad normal, un poco baja para las estadísticas y siguen siendo bajas, porque no ha habido ningún evento considerable en esta área de hace dos años para acá.

“Por eso no podemos decir que este de 7.1, fue el fuerte que se estaba esperando que dañara la ciudad de Santiago de Cuba”, destacó el investigador.

Según datos enero y febrero son meses estadísticamente que ocurren terremotos fuertes, como el del 3 de febrero de 1932, este de 7.1, que ocurrió ahora, el de 7.6 que ocurrió el 9 de enero de 2018, el de Puerto Rico, el día 7 de enero y el de Haití también, entre otros, por eso hay que investigar por qué, pero lo cierto es que así ha sucedido.

Con respecto a los tsunamis Moreno comentó que hay varios factores que pueden dar origen a estos: primero el epicentro tiene que ser en el mar, la profundidad debe ser superficial menor que 30 km, tiene que ser fuerte mayor que 7. Este evento lo cumple todo pero hay otro requisito que es que la geometría de ruptura de la falla es eminentemente horizontal, lateral, por tanto ese movimiento lateral no provoca tsunami, se necesita un movimiento vertical de ruptura para que cree un mecanismo de pistón, se rompa el lecho marino y provoque un Tsunami. Esta zona donde ocurrió el temblor por el tipo de ruptura no debe provocar un tsunami.